Territorio inestable

Texto y dirección por Alexia Mercado
Modelo: Ximena Bello
El Bejuco, Michoacán

LA CHICA

QUE FUE SALVADA

Entre la sal y la marea
el tsunami y la traición
con una brisa oxidada
un suicidio anunciado

Hizo un mapa
del inicio y la promesa
con dolor difuso.

La deriva emocional

El presente se cruzó con el pasado por un momento, y creí haber visto a alguien que no esperaría ver nunca. Hoy sé que no era él. Lo confundí. Pero esa confusión me hizo sentir avergonzada y ruborizada. Ese pequeño gesto, esas miradas cuidadas, de alguna manera me salvaron.

Aunque aún quiero morir, ayer deseé esperar un poco más.

Ayer, la penuria de la traición me consumía. Pero lo vi. No sabía que me podía sentir tan tonta en medio de mi caos. Porque me saludó y no pude sostenerle la mirada.
Y todo esto porque lo confundí, y cada situación la llevé a este nivel donde él podría parecer un espectro dulce, pero también hiriente.

El recuerdo de la confusión era claro: él fue un abrazo en la tormenta de mi adolescencia. Y hoy, ese desconocido que confundí era, de nuevo, un abrazo en mi constante tormenta.

Una memoria romántica en medio de mi territorio inestable.

El altar

Fui al mar a ofrendarle esta historia.
No sé si estas tomas tienen sentido.
No sé si esto cambia algo en mí.

La manera en que su gesto rompió el ruido de la multitud. Ese abanico no fue una declaración,
pero tampoco fue indiferencia.

Así que ese brote inesperado de ternura profunda, estaba dentro de mí. Me recordó que aún puedo sentir. Aunque todo esto sea una ensoñación, el sentimiento sí fue real, y sí importó. No necesito comprobarlo.

¿Y sabes qué? La emoción no se retracta.
Solo se revela. Así que no lo negaré.
Me temblaron las manos, el pecho, la mirada. Le escribí al pasado con el fervor de una adolescente renacida. Solo que no era Dario. Era Ricardo. El chico al que no esperaba ver, y que, sin saberlo, protagonizó toda mi confusión emocional ese día.

Miradas que no se pueden probar

No puedo explicarlo del todo, no tengo pruebas, ni certezas.
Solo sentí una energía viniendo de su dirección.
Como si sus ojos buscaran los míos.
Y yo, cómo si lo supiera, evitaba mirar hacia él.
Era una sospecha dulce pero también peligrosa.
Me sentí mirada.
Percibida de un modo que no había sentido en mucho tiempo.
No tengo modo de probarlo. Pero no quita la intensidad que sentí.
El detonante no fue ese personaje. Fue la memoria emocional del pasado que causó que hiciera todo esto.
Sé que de haberlo reconocido de principio esto no existiría. 
No habría sentido esta urgencia ni sobresalto.
Pero ahora todo se disuelve, todo fue una fantasía.